Este apartado quiere ser un homenaje entrañable a todo un conjunto de materiales y elementos básicos que han sido parte de La Cubana desde su creación. Aunque ha pasado el tiempo y las cosas han evolucionado, estos elementos continúan vigentes y es imprescindible que cualquier integrante de la compañía sepa manejar.
En realidad no son cortinas, son piezas de ropa barata cortadas a diferentes medidas, y de colores variados que han servido, sirven i servirán para transformar todo tipo de espacios. Ha estado un elemento que a lo largo de los años, desde los escaparates de “Cabana’s Delikatessen”, no se ha dejado de utilizar nunca: ha servido para transformar espacios, para tapar teatros, para inaugurar edificios, etcétera. En definitiva, para tapar “deprisa y corriendo” un rincón feo o bien para poder disimular la porquería que siempre hay detrás los espectáculos. Es raro que en un espectáculo de La Cubana no aparezca un recorte de cortina grapado. A lo largo de los años los cubanos se han convertido en especialistas de hacer cortinajes de todo tipo: plisados, arrugados, arrufados, drapeados, recogidos, fruncidos, artesonado, a la veneciana, a la valenciana…
En los almacenes hay baúles y sacos llenos de ropa- cortina. Hay de todas las medidas y colores, y aunque las ropas son baratas, duran muchos años y siempre se reciclan: cuando hay un agujero se hace un arrugado, si hay dos se hace un pliego, y si hay tres la cortina se corta y se hace un palmo más corta. Las cortinas solo se tiran cuando no hay otro remedio.
Para los neófitos diremos que un listón es un trozo de madera larga y delgada sin pulir que los teatros utilizan para envarillar los decorados. Para La Cubana han sido un elemento imprescindible. Cuando teníamos que transformar un espacio de forma económica, lo mejor era montar un esqueleto con listones como si fuera un mecano sobre el que colgábamos las cortinas. Los listones nos han sacado de mil y un problemas. Con cuatro listones hemos creado palacios.
Cinta adhesiva de diferentes anchuras y colores de cuatro dedos de ancho. A parte de servir para hacer paquetes, ha servido para todo: ha substituido los clavos y los tornillos para aguantar los listones; ha servido para hacer bordes de vestidos, para tapar desgarros; ha servido incluso de tirita improvisada. Gracias al precinto hemos ganado mucho tiempo. La Cubana no habría sido La Cubana sin esta cinta adhesiva.
Un bolo de La cubana sin una grapadora a las cajas de herramientas es como querer ir en coche sin gasolina. Los listones y el precinto han hecho posible el esqueleto, pero las cortinas sin las grapas son un simple trapo. Ahora bien, en La Cubana un simple trapo bien grapado y puesto con gracia se convierte automáticamente en una cortina de categoría. En resumen: el buen cubano no es nada sin una grapadora en la mano.
Posteriormente, cuando descubrimos el velcro, creímos que la grapa desaparecería del mapa, los años han demostrado que no ha sido así, ya que actualmente conviven felizmente grapas y velcro, hasta complementarse.
Con el velcro llegó la era moderna en La Cubana. El año 1989, de la mano de nuestros escenógrafos, los Castells-Planas de Cardedeu, descubrimos el velcro. No nos lo podíamos creer, éramos como niños con zapatos nuevos. Fue un gran hito el hecho de poder llegar al sitio llevando las cortinas plegadas con sus arrugados y colgantes desde casa… Era como llevar la comida cocinada en la fiambrera.